lunes, 25 de enero de 2010

Un día cualquiera


Un día cualquiera, dirigiendo mi destino hacia la esclavitud, como cualquier humano del siglo XXI, me subí al tren. Como cada mañana, lo que hago en el tren es dormir. Por ello, no me llevo nada para leer. Pero en concreto este día, no me quedaba dormido. Aburrido, miraba por una ventana que no te enseña nada nuevo que no conozcas. Miraba al techo, a la gente y rezaba porque cayera en mis manos un periódico de los gratuitos que deja la gente en los asientos. Pero la magia se palpaba en el ambiente. De pronto en una parada cualquiera: la gente esperando a que se abrieran las puertas para salir cual ovejas. Un señor, con algo de retraso, llega diciendo:"¿alguien se ha dejado este libro?" y nadie le contesta. Rojo como un tomate, ya que sabía que se delataba al hacer la pregunta (impidiendo una posible inteción de llevarse el libro que con tanto cariño el destino le había regalado). Titubeó y dijo:”bueno, yo lo dejo aquí”. Ese “aquí” era el sillón de mi lado derecho. Yo, por supuesto, no titubeé. Cogí el libro y me lo adueñé como si fuera mío. ¡Me convertí en un ladrón de libros ejemplar!...

Escrito en primera persona, cuenta las experiencias de Holden Caulfield (el joven protagonista) en Nueva York, en los días siguientes a su expulsión de su escuela preparatoria “Pencey”. A medida que Caulfield narra su historia.

Caulfield está a punto de ser expulsado de “Pencey” (el cuarto colegio al que va) por lo que decide despedirse de su profesor de historia, el Sr. Spencer. Éste le reprocha su bajo rendimiento escolar. Regresa a su cuarto en “Pencey” donde se entera que su compañero de cuarto Stradlater va a salir con una chica llamada Jane Gallagher, de quien Caulfield se hizo íntimo amigo en unas vacaciones en Maine. Esto incomoda a Caulfield, que luego es visitado por el impopular chico de la habitación contigua, Ackley, descrito por Caulfield como poco higiénico y molesto, aunque luego lo invite cenar junto a otro compañero porque lo nota muy solo.

Cuando Stradlater regresa tarde de su cita, Caulfield lo interroga respecto a lo que hicieron. Como su compañero se niega, Holden sospecha que tuvo sexo con Jane por lo que, furioso, le golpea. Stralater da una paliza a Caulfield y lo deja con la nariz sangrando.

Caulfield, harto de todo, decide irse unos días antes del día oficial de la expulsión para pasar el fin de semana de incógnito en Nueva York. Toma un tren y en él se encuentra con la madre de un compañero del colegio, a la que le cuenta mentiras acerca del buen comportamiento del muchacho.

Una vez en Nueva York, Caulfield se aloja en un hotel, desde donde llama a una mujer llamada Faith Cavendish, que trabajaba de bailarina de striptease. Al no poder convencerla para que salga con él, Caulfield baja al salón de baile en donde danza con un grupo de turistas.

Después de salir del salón, Caulfield empieza a recordar las vacaciones que pasó con Jane, cosa que lo pone melancólico. Decide ir a un club de jazz llamado Ernie; allí encuentra a Lillian Simmons, antigua novia de su hermano, que invita a Caulfield a tomar unas copas. Para no estar con ella, pone una excusa y regresa al hotel.

En el ascensor del edificio se encuentra con Maurice, ascensorista y proxeneta que le ofrece los servicios de una meretriz. Caulfield acepta y se va a su cuarto, donde espera a la prostituta. Cuando llega, ella se presenta como Sunny y trata de tener sexo con Caulfield, pero éste se acobarda y le paga los cinco dólares que costaba el servicio. Sunny reclama diez dólares, pero Caulfield dice que Maurice le dijo cinco dólares como pago. La prostituta se va y regresa con Maurice, él le da una paliza a Caulfield y se lleva los cinco dólares restantes.

El guardián entre el centeno...libro que me alegró la mañana, hurto o robo de un verdadero ladrón de libros.

Javi Benito